La creciente crisis climática ha intensificado la necesidad de adaptabilidad espacial y relacionada con los recursos. Esto ha llevado a un convincente argumento a favor de prácticas agrícolas situadas dentro de los límites de la ciudad. Las áreas urbanas son responsables de consumir aproximadamente el 79 por ciento del total de alimentos producidos a nivel global, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), sin embargo, la producción y el transporte de grandes cantidades de alimentos necesarios para las principales áreas metropolitanas pueden afectar seriamente el clima.

Una investigación en 2022, descubrió que los “kilómetros de alimentos”, es decir, la distancia recorrida desde una granja hasta el plato del consumidor, representan una quinta parte de todas las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con los alimentos, una cantidad significativamente mayor que las estimaciones anteriores. Estadísticas alarmantes incluyen una investigación de 1998 en Chicago, que mostró que, en promedio, los productos transportados por camión recorrían mil 518 millas. Otro estudio que examinaba productos frescos traídos a Ontario, Canadá, registró casi el doble de distancia.

La agricultura urbana podría ofrecer soluciones a estos problemas. Veamos algunos ejemplos de agricultura urbana y los posibles desafíos para su implementación.

Evaluando diferentes modelos de agricultura urbana

Diversos tipos de agricultura urbana están en aumento, como granjas verticales, muros comestibles, invernaderos interiores y azoteas al aire libre. Sin embargo, los beneficios ambientales que ofrece cada modelo siguen siendo una área de incertidumbre. Persisten preguntas sobre las ubicaciones óptimas de implementación y los beneficiarios de estas prácticas.

Ciudades como París están siendo hogar de granjas urbanas como Nature Urbaine y muchas más, aumentando su número a decenas. Numerosas ciudades francesas también han adoptado este enfoque de producción local de alimentos, elogiado por su potencial para reducir el uso de recursos, las emisiones de carbono y las islas de calor urbanas, mientras fortalece los lazos comunitarios y mejora la resiliencia climática y la seguridad alimentaria.

Manuel Barreiro
Foto: Armando Vázquez / Manuel Barreiro

Nature Urbaine, la granja urbana más grande de Europa, fue inaugurada en la primavera de 2020. Su superficie es de aproximadamente 14 mil metros cuadrados, casi equivalente al campo de juego del Stade de France. La granja, sin pesticidas ni suelo, puede producir más de 10 toneladas de frutas y verduras en cada temporada. Según Agripolis, su creador, los sistemas hidropónicos y aeropónicos utilizados aquí están controlados por computadora y producen un 62 por ciento  menos de emisiones de dióxido de carbono (CO2) mientras utilizan un 80 por ciento menos de agua en comparación con una granja tradicional con una producción similar. La granja recibió el reconocimiento de Ecocert, un organismo de certificación francés, como la primera granja urbana en lograr la neutralidad de carbono.

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En París, Agripolis opera cinco granjas urbanas más en azoteas de hoteles, una piscina municipal y una estación de purificación de agua, con granjas adicionales en ciudades como Marsella, Lyon y Toulouse. París también cuenta con una granja de hongos en un antiguo estacionamiento y una granja de siete mil metros cuadrados con un invernadero climatizado mediante un centro de datos.

Gotham Greens, otra exitosa empresa de agricultura urbana, lanzó un invernadero en la azotea de 15 mil  pies cuadrados en Brooklyn en 2011 y, desde entonces, se ha expandido a 13 granjas en nueve estados. El Centro de Convenciones Javits en Manhattan recientemente instaló una granja de frutas y verduras de una acre en su techo verde.

Los esfuerzos nacionales de Francia para la renovación urbana y la agricultura

Como parte de los esfuerzos proactivos para prepararse para posibles perturbaciones en la cadena de suministro de alimentos local, regional y global, París lanzó el proyecto Les Parisculteurs en 2016. Esta iniciativa ha llevado a un aumento significativo en la superficie de cultivo de la ciudad, de 11 hectáreas en 2014 a 30 hectáreas en la actualidad.

Además, se están elaborando planes para una iniciativa renovada del Cinturón Verde de París, junto con el desarrollo adicional de tres mil hectáreas de tierras agrícolas en Greater Paris para 2030. También se está llevando a cabo una colaboración con AgroParisTech para ayudar a los agricultores a adaptar sus prácticas al cambio climático.

La Agencia Nacional de Renovación Urbana de Francia lanzó el proyecto Vecindarios Fértiles en 2020, con el objetivo de establecer 100 granjas urbanas en todo el país, principalmente, en comunidades desfavorecidas. A pesar de los desafíos relacionados con la pandemia, 95 de los 98 proyectos lanzados siguen en marcha y se está realizando un estudio de impacto.

Posibles limitaciones y obstáculos en la agricultura urbana

A pesar de estas historias de éxito, el potencial comercial de estas iniciativas de agricultura urbana puede ser limitado. Un estudio de 2018 estimó que la agricultura urbana podría producir hasta 180 millones de toneladas métricas de alimentos al año, cubriendo aproximadamente el 10 por ciento de la demanda mundial de ciertos cultivos. La Agencia de Urbanismo de París calculó que para producir suficientes frutas y verduras para la población de París y su fuerza laboral no residente se requeriría un terreno 1.5 veces el tamaño de la ciudad.

La agricultura vertical enfrenta obstáculos significativos, especialmente los altos costos operativos y el aumento de los precios de la energía debido a la dependencia de sistemas de iluminación LED intensivos en energía. Infarm con sede en Berlín anunció recientemente planes para despedir a 500 empleados, mientras que AppHarvest en Kentucky expresó dudas sobre su viabilidad futura.

Optimismo para el futuro de la agricultura urbana

La agricultura urbana tiene el potencial de reducir el impacto climático y satisfacer las necesidades de producción de alimentos sostenibles en un mundo cada vez más urbanizado. A pesar de los desafíos como la escalabilidad y los costos operativos, la agricultura urbana ha demostrado ser prometedora en la reducción de emisiones, el fomento de la participación comunitaria y la mejora de la seguridad alimentaria. La perseverancia de ciudades como París sugiere que un futuro urbano más verde y autosuficiente está al alcance gracias a los avances tecnológicos y al compromiso global con prácticas sostenibles.

Manuel Barreiro Castañeda